Entrevistado por Cristina González en La Mañana de Agricultura, el exdirector de Gendarmería, Christian Alveal, entregó un análisis sobre las graves falencias que afectan al sistema penitenciario chileno, destacando el caso de Manuel Monsalve, la inseguridad en las cárceles comunes y la evolución del crimen organizado en los recintos penales.
Durante la conversación, Alveal criticó la decisión de enviar a Monsalve, acusado de delitos sexuales, a una cárcel común como la de Rancagua. Según explicó, esta decisión pone en alto riesgo su seguridad debido a su rol previo como alto funcionario de seguridad en la persecución de bandas criminales.
“Un delito sexual siempre es altamente rechazado por la población penal”, afirmó. “Si a eso le sumas que fue un líder en el combate del crimen organizado, el riesgo se incrementa exponencialmente”.
El exdirector señaló que, aunque se tomen medidas para mantener a Monsalve aislado dentro del penal, el riesgo persiste en los desplazamientos internos, como las visitas de abogados, traslados al área de salud o actividades programadas. “Yo no lo habría enviado a esa cárcel bajo ningún motivo. La decisión expone innecesariamente tanto a Monsalve como al personal encargado de su custodia”, aseguró.
Corrupción y crimen organizado en las cárceles
Christian Alveal también abordó los problemas estructurales de las cárceles chilenas, donde el hacinamiento y la corrupción facilitan el desarrollo de redes criminales. Según explicó, las cárceles se han convertido en espacios donde los reclusos no solo cumplen condenas, sino que también perfeccionan sus técnicas delictivas.
“La criminalidad no es la misma de hace diez años. Hoy tenemos delincuentes más sofisticados, muchos de ellos con aprendizajes de estructuras extranjeras”, señaló, agregando que el contacto entre internos fomenta la transferencia de conocimientos delictivos.
En cuanto a la corrupción, destacó que el ingreso de celulares, drogas y otros elementos prohibidos sigue siendo un problema crítico. Aunque las autoridades han implementado bloqueos de señal, estos han resultado insuficientes. “La cantidad de celulares que ingresan supera la capacidad del sistema para bloquearlos, y esto pone en peligro tanto a los internos como al personal”, advirtió.
Para el exdirector, abordar este problema requiere no solo mejoras tecnológicas, sino también una mayor capacitación y supervisión de los funcionarios penitenciarios.
Modernización del sistema penitenciario
Alveal subrayó la necesidad urgente de modernizar el sistema penitenciario chileno para enfrentar los desafíos actuales. Criticó la falta de recursos destinados a la capacitación de los funcionarios y la ausencia de una carrera funcionaria adecuada.
“No puedes esperar que un gendarme vuelva a capacitarse después de 18 años. Esto genera un estancamiento que no permite enfrentar la creciente complejidad del crimen”, afirmó.
También destacó la importancia de segmentar a los internos según su perfil delictivo y de mejorar la infraestructura de los recintos penales para garantizar un manejo más eficiente y seguro. En este sentido, comparó la situación actual con casos históricos donde se implementaron medidas excepcionales para proteger a internos de alto perfil.
“Cuando Alberto Fujimori estuvo en Chile, se habilitó un área especial en la Escuela de Gendarmería con custodia 24/7. Esa es la clase de decisiones responsables que debemos tomar en casos como el de Monsalve”, explicó.
La relación entre cárceles y seguridad pública
Uno de los puntos más destacados de la entrevista fue la conexión entre la gestión de las cárceles y la seguridad en las calles. Según Alveal, la falta de control en los recintos penales tiene un impacto directo en la delincuencia que afecta a la ciudadanía.
“Si gestionas bien la cárcel, contribuyes a tranquilizar las calles. Pero si permites que los delincuentes se enriquezcan o fortalezcan sus redes desde la prisión, estás alimentando el problema”, sostuvo.
Finalmente, hizo un llamado a las autoridades para que prioricen la modernización del sistema penitenciario y tomen decisiones basadas en la seguridad tanto de los internos como de los funcionarios.
“La cárcel debe ser un espacio disuasivo, no un lugar donde los delincuentes se enriquezcan o perfeccionen sus técnicas”, concluyó.
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