
La Semana Santa es más que unos días feriados en el calendario. Es una invitación a detenernos en medio de la rutina acelerada a la que nos llevan el trabajo, el colegio, el tráfico, las compras, etcétera.
Estos días, quizás más que otros, nos impulsan a cuestionarnos el rumbo de nuestra vida y a reencontrarnos con lo esencial. En un mundo donde el ruido y la prisa parecen imponer nuestras prioridades, esta semana nos recuerda la importancia del silencio, la reflexión y la trascendencia.
Para algunos, Semana Santa es un tiempo de profunda vivencia religiosa, marcada por la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Para otros, es una oportunidad para descansar y compartir en familia. Pero más allá de la forma en que cada uno la viva, es un momento que nos interpela a preguntarnos ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Estoy dedicando mi tiempo a lo que realmente me hace feliz? ¿Cómo puedo vivir con generosidad? ¿Cómo puedo renovar mi fe y esperanza? ¿Podemos como familia hacer algo para disminuir el panorama de desamor e indiferencia hacia el prójimo? ¿Cómo contribuyo desde mi trabajo a una sociedad más justa?
En mi rol dentro de la educación en valores, veo constantemente como los jóvenes buscan respuestas sobre el propósito de sus vidas y la felicidad. Semana Santa nos ofrece algunas claves:
la entrega desinteresada, el amor al otro y la esperanza en la renovación, siempre es posible un nuevo comienzo, un cambio positivo, nos habla de que es factible sanar heridas.
Jesús, con su sacrificio y su resurrección, nos muestra que el verdadero sentido de la vida no está en comprar, acumular, en competir o en el éxito superficial, sino en vivir con un propósito que trascienda nuestro propio bienestar.
Tal vez esta Semana Santa sea la ocasión para alejarnos de las distracciones y darnos un tiempo para el alma. No se trata solo de una tradición religiosa, sino de una oportunidad invaluable para conectar con nosotros mismos, con los demás y con aquello que da sentido a nuestra existencia.
Ojalá no dejemos pasar estos días como una simple pausa en la agenda, sino que los aprovechemos como un espacio para crecer y reencontrarnos con lo que realmente importa.
Karin Marcela Antilef Godoy
PERIODISTA SANTO TOMAS