La investigación en el campo de las desigualdades se ha fortalecido notoriamente desde el
retorno a la democracia. Se han incorporado dimensiones anteriormente excluidas como el
género, el territorio y la etnicidad. El lugar que ocupan las variables socio-ecológicas en la
promoción de desigualdades aún es un problema emergente para los estudios de pobreza en
Chile.
Su interés principal está en el rol que juegan ciertas industrias en la precarización y el
empobrecimiento de un territorio específico. Como ejemplo, podemos mencionar el caso de
la Comuna de San Juan de la Costa, donde el 75% de los terrenos corresponde a plantación
comercial de monocultivos como el pino o el eucaliptus.
Algunas desventajas socioecológicas asociadas a este tipo de industrias son la perdida de
bosque nativo y con ellos de plantas medicinales utilizadas en prácticas culturales, perdida
de terrenos para agricultura familiar, en definitiva, el deterioro de las condiciones de
existencia de las comunidades, no solo las indígenas, sino la de todos los habitantes del
territorio.
Para las comunidades locales, estas anomalías podrían derivar en problemas sociales como
la precarización de formas de vida, migraciones forzadas, conflictos por el uso de tierra y
agua, disminución de empleos y el deterioro de paisajes de alto valor histórico, cultural y
natural.
Evitar el avance de desigualdades socio-ecológicas supone pensar procesos de gobierno
orientados a la interdependencia y coordinación negociada entre los diversos estamentos de
gobierno y las organizaciones territoriales.
Aceptar una concepción de desarrollo local como ésta -a nuestro juicio-, implica cuatro
dimensiones mínimas. Una económica, vinculada a la creación, acumulación y distribución
de la riqueza. Una social y cultural, referida a la calidad de vida, equidad e integración
social. Una política, vinculada a la gobernabilidad del territorio en base a un proyecto
colectivo específico. Y una ambiental, asociada a recursos naturales que se mantengan de
manera intergeneracional.
Las instituciones de educación superior pueden responder a este desafío formando
profesionales que sean capaces de producir conocimiento para la intervención y
transformación de territorios afectados por desigualdades de sobrecarga ambiental. Urge
revertir los “costos” que brotan de un paradigma de desarrollo y crecimiento que se ha
limitado a lo económico.
Dirección de Comunicaciones y Extensión
Sede Osorno